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Este blog es un blog sobre videojuegos, pero no un blog que intente ir de "pro" ni en el que quiera ir de "listillo" sino simplemente un blog en el que hablo sobre los juegos que, por una u otra razón, hayan quedado en mi recuerdo, aquellos que definieron mis gustos en este hobby y aquellos que pudieron haberme marcado. Aquí no hay guías, puntuaciones ni trucos, solo puro amor por los videojuegos y algún que otro recuerdo medio enterrado en la memoria, tampoco hay roms ni enlaces de descarga, para eso ya hay otras página.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Streets of Rage









    Si hubo un género de los juegos de las recreativas que me hizo gastar monedas ese fue el de los beat em up en sus diferentes vertientes, tanto los 1Vs1 como los de «solo contra el barrio». Por eso cuando vi que en el pack de inicio de mi Mega Drive venía el Streets o Rage estuve cerca del «orgasmo espiritual».
    No creo ni por un segundo que haya que decir nada de este juego, ni de qué iba ni quienes eran sus protagonistas, ya que aunque no creó el género sí que hizo que varias generaciones lo conocieran como «tipo Streets o Rage» en lugar de «beat em up».



Este "Robocop" era el que lanzaba las bombitas.


    El Streets o Rage fue el primer juego al que jugué en mi flamante Mega Drive, y al que más horas dediqué hasta que cayó en mi mano el Street Fighter II CE. Por primera vez podía jugar en mi propia casa a un juego de dos jugadores sin el engorro de un incómodo teclado y sin temor a que las «magias» se lanzaran solas, cosas del Spectrum. Tenía en mis manos un juego de gráficos aceptables y de una jugabilidad prácticamente perfecta del género que más adoraba ¡y no tenía ni que gastar monedas!. Para mí, e imagino que para muchos fans, era lo más parecido a tener el Final Fight en casa, salvando las diferencias claro, diferencias que no siempre eran a favor del juego de Capcom y ahora diré por qué.
    Al igual que Final Fight, Streets of Rage nos ofrecía tres personajes entre los que elegir. El típico chulito de pantalones vaqueros y camiseta blanca, un tiparraco negro y una hermosa luchadora, si bueno, más bien podría decir que era un hermoso montón de pixels pero las macizas de Dead or Alive no son más que un puñado de polígonos texturados y le levantan... el ánimo a cualquiera. Sea como sea es lo que había y de todas formas en las siguientes secuelas la chica mejoraba bastante, pero dejemos a la chica y centrémonos en el juego.



Cinco enemigos, dos más de los que podías encontrar en los juegos de este tipo en la Snes de nintendo, y eso jugando en dificultad normal...



¿Qué diantres hace ahí el Último Guerrero?.


    El sistema de juego no creo que tenga que explicarlo mucho tirar "palante” y piñazo, sigues "palante" y trompazo... o sea, pelearse con todo aquello que se nos pusiese por delante. El juego era más lineal que una regla, no tenía ningún tipo de bifurcación ni desafío que no fuese acabar con todos los gamberros con los que nos encontrásemos, en ese sentido ganaba el Final Fight, ya que las fases de bonus, los combates en rings y los trampas que encontrábamos en el camino le dotaba de algo de variedad, así como la mayor cantidad, y variedad, de enemigos, sobre todo los Jefes que habían unos cuantos en el juego de Capcom.
    Lo positivo para el SoR era, para empezar, los personajes, de acuerdo que Axel no podía ser más arquetípico, pero el tener un protagonista de color era algo bastante novedoso, al menos para mí, y de Blaze Fielding ya he hablado... ¿recordáis que yo era de los que siempre cogía a la amazona en el Golden Axe?, pues ya sabéis cual es mi personaje favorito de SoR, no por nada, pero parafraseare a un sabio de la antigüedad que una vez dijo «¿tú que prefieres ver, a un fontanero bigotudo o el trasero de Lara Croft?», eso lo resume todo.



Paso de chistes sobre Freddy Krueger.


    Más cosas que tenía este juego a su favor era, precisamente, el sistema de combate. No es que fuera la pera limonera ni nada que fuese a revolucionar el mundo de los videojuegos, pero los personajes no se limitaban a dar puñetazos a diestro y siniestro sino que, al igual que sucedía en el Double Dragon, podíamos agarrar a nuestros rivales para golpearlos tranquilamente y lanzarlos si así lo queríamos. No podíamos golpearlos infinitamente, si tras varios golpes no los lanzábamos caían al suelo. Pero no solo podíamos lanzarlos sino que una vez agarrados podíamos saltar sobre ellos para luego hacerles un suplex. Decir que si los agarrábamos por la espalda podíamos hacerles el suplex directamente o pasar por encima y... bueno, lo de antes pero en dirección opuesta. Las primeras partidas se caracterizaron por la cantidad de veces que saltábamos por encima del mismo enemigo sin llegar a golpearlo.
    Como es de suponer los enemigos también nos podían agarrar a nosotros para que uno de sus amigos nos pegase pero con un rápido movimiento nos podíamos liberar, también nos podían lanzar, pero pulsando dos botones podíamos hacer que nuestro personaje cayese de pie y no sufriese daño.
    Otro ataque que podíamos hacer era lanzar a nuestro compañero como si fuese un enemigo, en lugar de caer de bruces hacía una pirueta en el aire y golpeaba al enemigo. Además de todo esto nuestros personajes tenían a su disposición un ataque especial que solo se podía utilizar una vez por pantalla y personaje a menos que se encontrase un ítem que te diera un ataque extra... vamos, la típica bomba. Al utilizarla salía un policía que utilizaba si lanzacohetes que, curiosamente no nos hacía daño a nosotros. Y para terminar con los ataques, todos poseían un ataque trasero, por si nos rodeaban.




Blaze y sus clones, un sueño para los pajilleros de la época.


    El resto del juego era lo habitual, enemigos más o menos variados pero que se iban repitiendo, un diferente color implicaba mayor dureza del enemigo, escenarios parecidos a los que ya habíamos visto en otros juegos de este tipo incluido el inevitable ascensor, jefes finales bastante arquetípicos, incluido el típico gordo escupefuego, tan típico que ni siquiera me he molestado en hacerle una captura. estos gordos tenían el handicap de que al ser tan gordos no los podíamos lanzar, caían sobre nosotros haciéndonos daño. Una cosa interesante en lo que a los Jefes se refiere era que, al jugar de dobles salían dos de ellos en lugar de uno acompañado de un enemigo normal, la excepción son las «clones» de Blaze, que salían dos aunque jugaras solo.
    Los ítems que nos podíamos encontrar por el camino eran los habituales, algo de comida para restaurar nuestra barra de salud, bates para golpear a los enemigos y cuchillos para depilarnos las cejas. Uno de los ítems más originales era el bote de pimienta, si se lo lanzabas a un grupo de enemigos se quedaban un rato estornudando sin poder defenderse.




Elije uno yaaa



    Por lo demás el juego no tenía mucho más, los juegos de este tipo eran así, de diversión sencilla y de corta duración, el juego no podía durar más de media hora, pero al menos podíamos cambiar la dificultad del juego y los créditos, al no ser infinitos, ayudaba a que el juego nos durase un par de días al menos.

    No creo que tenga nada más que decir de un juego ultraconocido que está aquí por ser el primer juego de 16 bits que probé, es un clásico sí, aunque no llegue a la altura de otros clásicos por culpa, precisamente de su género, pero por uy clásico que sea, y por muchas horas de diversión que me dio he de reconocer que hay muchos juegos de este mismo género con mayor calidad, incluidas sus continuaciones. No digo que no lo juguéis, solo digo que este es un clásico para los fans más acérrimos del género, y para los fans más acérrimos de la negra de Sega... aunque bien pensado, tampoco se muere nadie por echarle unos minutos al Streets of Rage original.





Como no tuve paciencia para dejar que me mataran dejo esta pantalla para el final... lastima de mano derecha.

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