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Este blog es un blog sobre videojuegos, pero no un blog que intente ir de "pro" ni en el que quiera ir de "listillo" sino simplemente un blog en el que hablo sobre los juegos que, por una u otra razón, hayan quedado en mi recuerdo, aquellos que definieron mis gustos en este hobby y aquellos que pudieron haberme marcado. Aquí no hay guías, puntuaciones ni trucos, solo puro amor por los videojuegos y algún que otro recuerdo medio enterrado en la memoria, tampoco hay roms ni enlaces de descarga, para eso ya hay otras página.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Mega Bomberman






    La Mega Drive tenía muchos y divertidos juegos, muchos de ellos conversiones de recreativas, ya fueran idénticas al original (en la medida de lo posible) como podrían ser el Street Fighter II CE o Golden Axe, o conversiones un tanto libres que se convertían en juegos diferentes, como la extraña conversión de Toki y el juego que tenemos aquí, Mega-Bomberman. Aunque siendo más fieles a la realidad, Mega Bomberman no era un port ni una conversión, recordemos que esta saga tuvo sus inicios en las máquinas recreativas. Mega Bomberman era otra cosa, un juego diferente y con más profundidad que los clásicos de recreativa.
    Antes de entrar en materia, me gustaría decir que, Bomberman, fue de esos juegos que sufrieron de cambio de nombre dependiendo de la zona, así que, en este caso, puede que algunos lo recuerden mejor como Dynablaster.






El terrible primer Jefe... si le metías bombazos en la cara al mono enano ese acabas con el... ejem, plátano mecánico gigante. Esto da una idea del tipo de enemigos que nos podíamos encontrar en el juego. En ocasiones incluso costaba enfadarse al perder una vida.












 Ya lo dije antes, si cogías el objeto ese que no recuerdo como se llamaba, los enemigos restantes desaparecían y los bloques rompibles se convertían en brillantes monedas de oro... hagámonos ricos.











    El juego original era de un desarrollo muy sencillo, tenías que acabar con tus enemigos utilizando tus bombas en un pequeño escenario, donde podías recoger ítems que mejoraban tus capacidades, aunque para esta ocasión, cogieron la idea básica y le metieron unas cuantas novedades que lo hicieron más interesante y divertido.
    En los escenarios había dos tipos de bloques, los «fijos» que no se podían romper... y los que  sí se podían destruir con nuestras bombas. De vez en cuando de esos mismos bloques surgían items que aumentaban el alcance de nuestras bombas o el número de las mismas que podíamos poner simultáneamente en pantalla, así como otros extras como un chaleco que nos protegía de las explosiones o la habilidad de hacer explotar las bombas cuando quisiéramos... hasta aquí las similitudes con el juego original, y ahora viene lo bueno.
    Empecemos con los escenarios. En el Dynablaster original los escenarios eran un simple rectángulo fijo que ocupaba toda la pantalla, y sí, en Mega Bomberman había algunos escenarios así, pero eran la excepción. La mayoría de las niveles eran más grande que la pantalla, así que el juego debía hacer scroll, algo inusual en este tipo de juego, en ocasiones incluso debíamos hacer uso de vagonetas para llegar a lugares que de otra forma serían inalcanzables. A parte de los items clásicos, este MB nos presentaba a unos nuevos personajes que nos serían de bastante ayuda en nuestra aventura, unos animalitos que parecían algún tipo de marsupial similar a un canguro, los había de varios colores y cada uno de ellos nos otorgaba una habilidad diferente, patear las bombas para lanzarlas lejos o saltar por encima de los bloques, por ejemplo. Para hacernos con uno de esos simpáticos amigos solo debíamos encontrar un huevo, que aparecía al azar al igual que los demás items. Si un enemigo nos tocaba o nos alcanzaba una de nuestra bombas perdíamos al compañerito.
    Sigamos, en el original debíamos acabar con todos los enemigos en la pantalla para avanzar de nivel. Aquí no, matar a los enemigos era «opcional». Para avanzar de nivel debíamos destruir unos objetos que había en el escenario, a veces montados sobre unos monstruos a los que habremos de eliminar previamente. Tras lo cual podíamos coger un trozo de la cosa esa que realmente nunca supo lo que era, sí una explicación un tanto vaga pero es lo que hay. Digamos que en el centro de cada nivel, o mejor dicho en la última pantalla de cada nivel, había una especie de urna de cristal en la que flotaba un objeto que debíamos conseguir, el cristal se rompía al destruir los objetos de los que hablé arriba.
 una vez recogida la joya o lo que fuera, si aún quedaban bloques destruibles, estos se convertían en monedas que nos darían puntos extra.



Corred conejitos... correeed.



    Las distintas fases eran temáticas, nada original claro, el nivel acuático, el de nieve, otro en la selva y cosas así, pero estaban muy bien ambientados con unos gráficos coloridos, y aunque sencillos bastante simpáticos, a veces incluso daba cierta pena matar a los enemigos por ser ciertamente graciosos. La música de cana nivel estaba perfectamente conseguida y era bastante pegadiza.

    El argumento nunca llegué a entenderlo demasiado, pero supuestamente había que conseguir unos trozos de algo para no sé muy bien el qué y así restaurar la paz y el orden. Y por alguna razón al reunir todos los trozos de cada nivel aparecía el enemigo final, todos de perfecta factura y bastante divertidos, como el mono que manejaba un plátano robot con un mando a distancia. Acabar con aquellos enemigos no resultaba demasiado difícil aunque en ocasiones se necesitaba algo de pericia, aunque nada del otro mundo.

    El juego era muy sencillo de jugar, pero bastante largo, por lo que traía la típica opción de recuperar la partida con un password.  



-¿El conejo le gusta al caballero asado o a la plancha? +Tú tírale un par de bombas que yo ya me las apaño.

 


    Al igual que el juego original, una de las opciones más divertidas era la de jugar multijugador, y en esta ocasión podíamos jugar con hasta tres amigos más, gracias al «multitap» a ver quién era el mejor dinamitero. Los combates podían ser solos o por equipos, y en caso de ser un «Forever Alone» la consola tomaría el control del resto de jugadores, el último en quedar en pie se anotaría un punto, ganaría la partida aquel que se anotase los puntos que previamente se hubieran decidido. En caso de que la lucha se prolongase demasiado, del cielo caerían bloques que irían cubriendo todo el escenario, que en el modo Vs si era el típico cuadrado que habíamos visto en las máquinas arcade.





La silueta daba una pista de como era el jefe de esa fase.



    No quiero alargarme más, el juego era muy divertido pero tampoco el «Guerra y Paz» de los videojuegos, para mí fue una grata sorpresa y un gasto al que le saqué todo el jugo ya que tardé más de veinticuatro horas en completarlo. En realidad no recuerdo cuanto tardé en terminarlo, pero teniendo en cuenta que hubo juegos que pude completarlos el mismo día en e que lo compre, más de veinticuatro horas resultaba un tiempo aceptable.
    Pues eso, un juego sencillo y divertido para aquellos que les guste los juegos de este tipo, con algunas sorpresas y divertidos personajes, solo puedo decir que si tenéis la ocasión lo juguéis.











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