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Este blog es un blog sobre videojuegos, pero no un blog que intente ir de "pro" ni en el que quiera ir de "listillo" sino simplemente un blog en el que hablo sobre los juegos que, por una u otra razón, hayan quedado en mi recuerdo, aquellos que definieron mis gustos en este hobby y aquellos que pudieron haberme marcado. Aquí no hay guías, puntuaciones ni trucos, solo puro amor por los videojuegos y algún que otro recuerdo medio enterrado en la memoria, tampoco hay roms ni enlaces de descarga, para eso ya hay otras página.

martes, 26 de marzo de 2013

Final Fantasy IX





    Aquí estamos otra vez, y no me refiero a mi querido, aunque poco visitado blog sino a que hoy hablaremos de otro juego de mi saga de RPGs japoneses favorita, Final Fantasy, y se trata de su novena entrega, la última que salió para la pedazo de consola que fue la PlayStation, luego conocida como Psone.
    Este Final Fantasy junto con el VII fueron mis favoritos de los que salieron en aquella consola y los no muy enterados dirán "mira este, si salieron tres", y se equivocaran ya que excepto el tercer juego de la saga salieron todos los antiguos, los dos primeros con gráficos y sonidos muy mejorados, y todos ellos con espectaculares vídeos añadidos, la versión más trabajada fue sin duda la de FFVI del que ya hablé en su día. Pero no nos vayamos por las ramas, cosa que me suele suceder cuando hablo de esta saga. FFIX fue en cierta manera un regreso a los antiguos Finals, tanto en gráficos, a pesar de ser dignos de la Play, como en jugabillidad. ¿Porqué digo que fue un regreso atrás en lo que a gráficos se refiere?, aquellos que hayan jugado a la saga o que tengan conocimiento de ella recordarán que en FFVIII los gráficos de los personajes se volvieron más estilizados y realistas alejándose de los de FFVII que parecían hechos con Lego, dicen las malas lenguas que el cambio no se debió al natural aprovechamiento del potencial de la máquina de Sony sino a que se quería contentar al público occidental algo renuente a jugar a un juego con malos gráficos por muy buena historia que este poseyera y cosa que no sucedía en el público nipon acostumbrado a juegos serios con monigotes como protagonistas. No sé si fue verdad o no, pero la realidad es que para FFIX decidieron tomar por el camino de en medio, personajes algo achaparrados como en FFVII pero texturados como el FFVIII, lo cual a mí no me gustó en un principio. De hecho mi primer recuerdo de este juego fue el anuncio de su salida al mercado en televisión en el que se veían escenas de vídeo, los personajes eran tipo SD, con unas manos y unas cabezas desproporcionadas que me parecían bastante inquietantes, pero claro, aficionado a la saga que ya era me hice con el juego a los pocos días de su salida, decisión de la que no me arrepiento.



Típico, un personaje entra en trance y no puedes aprovecharlo porque acaba antes el combate... lo gracioso es que la barra de trance se vacía aunque no lo hayas utilizado.



    Como todo FF, de hecho como. todo juego de su género, FFIX nos ofrecía una historia larga e intrincada, con giros y sorpresas inesperadas, personajes carismáticos y malvados muy, muy malvados. El sistema de juego, en el fondo, era en realidad el mismo de toda la vida, avanzar por un mundo hostil y conseguir diversos objetivos para seguir avanzando en la historia, y combatir con innumerables enemigos para hacer mejorar a nuestros personajes, pero, al igual que todo FF introducía algo que lo diferenciaba del resto de sus "hermanos".
    El que sea aficionado a la saga sabrá que, salvo un par de excepciones, los FF son juegos independientes entre si, no solo en el sentido de que no son una misma historia que continua con cada juego, sino que cada juego introducía "algo" que lo distinguía del resto, por poner un ejemplo, en FFII ni siquiera había "niveles", mejorando el personaje dependiendo de las habilidades que utilizábamos lo cual le hizo ser el más "realista" de la  saga o cuando menos el más lógico.



Al igual que en FFVII y VIII se utilizaron personajes poligonales 3D sobre fondos prerenderizados en 2D.



      En FFIX, al igual que en los primeros juegos de la saga, cada personaje tenía una clase bien clara y  definida y que conservaría para todo el juego, pudiendo aprender solamente las habilidades de su clase, de ahí que dijese que este era un juego que volvía a los orígenes, y era precisamente en esa característica en la que este juego innovaba. Las diferentes piezas de equipo disponible ponían diversas habilidades a disposición de nuestros personajes pero claro, las armaduras estaban limitadas a los personajes según su clase, y aunque una armadura en cuestión pudiera ser utilizada por dos clases diferentes y poseyera varias habilidades cada personaje solo aprendería las propias de su clase... puede sonar complicado pero no lo era tanto, un ejemplo; supongamos que hay un colgante que puede enseñar Cura y Piro, la primera es una magia blanca propias de magos blancos e invocadores mientras que Piro es exclusiva de magos negros. En FFIX ese colgante se lo podrían poner Daga, invocadora con poderes de magia blanca y Eiko pero también lo puede utilizar Vivi que es el único que puede lanzar magia negra. En este caso tanto Daga como Eiko aprenderían la magia Cura mientras que Piro solo la aprendería Vivi ya que es magia negra, propia de su clase. Las habilidades podían utilizarse una vez equipado el objeto en si, pero debían "aprenderse" si se quería utilizar sin tener el susodicho equipo. Dependiendo normalmente del poder de la habilidad debía alcanzarse cierto número de PAs, independientes de los habituales puntos de experiencia que se daban también tras cada combate, en ocasiones podías encontrar dos objetos distintos que enseñaban una misma habilidad, equipar los dos objetos hacia el aprendizaje más rápido. Las habilidades.no había que aprenderlas "de un tirón", podías cambiar el equipo a tu antojo ya que los puntos ganados se conservaban.



-¿Qué hay colega? +Pues nada tronco, aquí guardando la partida.



    Otra característica de las armas y armaduras era que podían tener habilidades propias, en el caso de una armadura podría darse el caso de que absorbiera el daño de un elemento en cuestión y si se tratase de un arma podría envenenar a los enemigos por poner un ejemplo, curiosamente para activar dichas habilidades debías antes obtener una habilidad... que ahora no recuerdo como se llama y en la que debías invertir un par de esferas.
    En el caso del equipo la cosa podía complicarse incluso un poco más por la inclusión de los Orfebres, unos herreros capaces de fabricar nuevos objetos combinando otros dos, con lo cual se podían conseguir mejores piezas de equipo y armas más poderosas.





 Si hay algo que este juego nos entrega son imágenes preciosas, este es tan solo un detalle de la "intro".





Steiner, en un principio confunde ser servicial y ser servil, poco a poco va comprendiendo que puede ser libre sin dejar de cumplir su deber.










    Las diferentes habilidades que aprendían los personajes podían dividirse en dos grupos principales; activas y pasivas. Las "activas" eran aquellas que podíamos utilizar en combate seleccionándolas en el menú, ahí estarían todas las magias e invocaciones así como las distintas aptitudes de clase. Las "pasivas" eran aquellas que funcionaban por si solas y normalmente durante todo el tiempo, eran habilidades normalmente de apoyo y que mejoraban las capacidades de cada personaje, haciéndole inmune al veneno o aumentado su efectividad contra un tipo especifico de enemigos. Para poder utilizar una habilidad en concreto debía activarse asignándole cierto número de esferas, esferas que iban aumentando con el nivel del personaje y que podían reasignarse a nuestro antojo ya que no se consumían.



Aquí Vivi que también sucumbe a la terrible moda del Gangnam style.



     Ya dije que cada personaje tenía su propia clase, perfectamente diferenciada de los demás, tan solo  Eiko y Daga pueden solaparse un poco por ser un pico más parecidos pero el resto son totalmente diferentes.
    Antes dije que Vivi era el único que podía utilizar la magia negra aunque no era del todo cierto ya que Steiner, comandante del batallón Pluto podía utilizarla pero de una forma mucho más limitada, primero que nada Vivi debe estar en el grupo y el ataque mágico de Steiner será un ataque mágico que solo afectará a un enemigo... lo que sucede en realidad es que se supone que Vivi "encanta" el arma de Steiner, de ahí el lío.
    Por  lo demás el desarrollo de los personajes es el clásico, tras cada combate los personajes ganaban puntos de experiencia con los cuales iban subiendo de nivel y aumentando las diferentes características.
    No quiero contar nada de la historia por si a alguien se le apetece jugar al juego tras leer esta entrada, pero sí que me gustaría decir que tiene muchos giros inesperados y bifurcaciones. Como ya sucediera en FFVI se aprovecha la cantidad de enemigos para, de vez en cuando separar el grupo para llevar la historia a mayores niveles de emoción y de sorpresa. Otra cosa que gusta de este juego, a pesar de que ya no pilla por sorpresa a los aficionados era la profundidad de lis personajes, todos tienen sus motivaciones, sus miedos y sus secretos, todos tienen sus motivos para seguir hacia adelante, y todos, todos,  terminan el juego siendo mejores personas de lo que eran al principio.








    Algo heredado, y mejorado, del anterior FF fue la posibilidad de coleccionar cartas y jugar con ellas, aunque en este juego era más divertido por ser un juego más intuitivo y por no poseer reglas extrañas que cambiasen por región, solo diré que explicar como se jugaba resultaría más complicado que jugarlo y que consistía en cambiar el color de las cartas del contrario... vamos lo mismo que en FFVIII, y que el ganador podía arrebatar las cartas al perdedor. Los grabados de las diferentes cartas estaban inspiradas en motivos del juego, ya fueran los enemigos, las magias o incluso las ciudades principales. Otro elemento que volvió mejorado fueron los chocobos, los pollos gigantes. Durante nuestro viaje encontraríamos a un moguro acompañado de uno de estos enormes pájaros el cual se encariña de nosotros y nos dejará utilizarlo de montura pero no se acaba ahí la cosa ya que con nuestro emplumado compañero podremos encontrar diversos tesoros, tanto en el bosque chocobo como en el propio mundo... y un par de sitios secretos que había por ahí, y ahí tampoco terminaba la cosa ya que, a medida que íbamos encontrando tesoros nuestro chocobo iba mejorando, se iba haciendo mejor excavador y lo que era mejor, cambiaba de color. Para los que no conozcan la saga, en FF hay chocobos de diferentes colores y cada uno de ellos poseía una habilidad ya fuese atravesar ríos o montañas sin problemas o incluso volar. Pues en FFXI nuestro chocobo iba subiendo en la escala de colores, si se puede decir así, dándonos acceso a lugares a los que no podríamos llegar de otra forma.







    Los moguros, esos bichitos mezcla de perezoso y koala, por decir algo, también regresaban con ganas y en diversas formas, la primera y más obvia era el sistema de guardado ya que los "puntos" de guardado eran estos simpáticos bichejos que "escribirían" nuestros avances en un enorme libro es más, se nos daba una flauta para llamar a un moguro cuando estuviésemos en el mapa del mundo, así podíamos guardar en cualquier momento y lugar siempre que estuviésemos fuera de una ciudad o cueva. Volvíamos a encontrarnos con los moguros en el sistema de ayuda, algo que ya pasaba en FFVI aunque esta vez, a lo bestia, en ciertos momentos del juego la historia se detendrá mostrándonos a Mogutaro el cual resolvería cualquier duda que tuviéramos sobre el juego, el sistema de ayuda no quedaba ahí ya que si estábamos en el menú y pulsábamos select se nos mostraba un texto de ayuda sobre el objeto resaltado, texto en el que se veía el rostro de un pequeño moguro. Pero los moguros no se limitaban a darnos explicaciones sobre el juego y a servirnos de puntos de guardado, se mandaban cartas entre ellos... bueno, en realidad eramos nosotros los que llevaban las cartas por todo el mundo, y aunque pareciese una lata al principio al final valía la pena, no digo más.



Aquí donde lo veis es el tercer ataque por la espalda consecutivo que sufro...  algo me hace recordar el FFIV.




    Otro elemento que regresaba pero con ciertos cambios eran las habilidades denominadas "límites" aunque en este caso se denominaban "trance". Todos los personajes tenían una barra que se iba llenando a medida que iban recibiendo daño y que una vez llena ponía a disposición del personaje habilidades especiales, Vivi por ejemplo podía lanzar dos magias en un solo turno, Yitan podía utilizar ciertos ataques especiales. Lo curioso de estos "trances" era que transformaba a los personajes, cambiando a una paleta de colores un tanto extraña y y en algunos casos a unas formas algo más agresivas.
    Ranas... unas buenas ancas de rana le gustan a cualquiera, y si no que se lo pregunten a Quina, probablemente el personaje FF más extraño. FFIX, como buen FF posee diversos minijuegos y uno de ellos consiste en... uuuuuum, cazar ranas.



Esta niebla no es gratuita, no es la típica niebla que ocultaba la debilidad de la consola, al igual que en Legend of Legaia (próximamente en este blog) la niebla jugaba un papel importante en el argumento del juego. 




    A lo largo y ancho del mundo se encuentran dispersos ciertos pantanos en los que podremos entretenernos cazando ranas si llevamos a Quina en el grupo, cazar ranas no será en balde ya que nos reportará diversos premios así como una sorpresa final.
    Los personajes eran de los más carismáticos de toda la saga, comenzando por Yitan, un avispado ladronzuelo con cola y ligón como él solo, y con un secreto tan secreto que ni siquiera él lo conoce, hasta Vivi, un poderoso aunque pequeñajo mago negro que poco a loco va perdiendo su timidez hasta convertirse en uno de los aliados más valientes del grupo, y como en todo cuento que se precie debía haber una princesa en apuros, solo que en este caso tiene bastante carácter y en alguna que otra ocasión será ella la que saque en apuros a nuestro protagonistas, Daga, es el nombre por defecto que se le asigna al personaje aunque en realidad es un apodo inspirado en el arma de Yitan para que nadie sepa quien es ella en realidad... hay que leerse el lib... digo jugar el juego para conocer los detalles.
    La historia tiene de todo, malos muy malos, malos que no lo son en realidad y que hacen lo correcto llegado el momento, incluso personajes con los que te quedas con ganas de tener en el  grupo. Al igual que sucedió con Sephiroth en FFVII, en FFIX llega un momento en el que manejamos a Steiner y a cierto villano que resulta no serlo en realidad, un personaje que sin ser protagonista está más definido y tiene más profundidad que cualquier concursante de Gran Hermano.

    El juego era una maravilla en todos los aspectos, tanto sus gráficos como su banda sonora eran increíbles y además poseía las mejores escenas de vídeo de toda la saga, al menos hasta la llegada de FFX. La historia era intrincada como pocas veces he visto, comenzando con el aparente secuestro de una princesa y culminando en un combate en el que se decidía el destino del mundo. A pesar de que ya iba conociendo como se las gastaba Square este juego me sorprendió gratamente ya que FFVIII fue, al menos para mí, un pequeño fiasco, no digo que fuese un mal juego, de hecho hablaré de él en algún momento, solo digo que este juego le supera con creces, mejores gráficos, mejores personajes, mejor historia... vale la pena jugarlo solo por buscar tesoros con nuestro amigo chocobo, o por saber si Yitan y Daga acaban juntos o para saber si el amante de Freija recupera la memoria o... son tantas cosas, tantos detalles y secretos los que posee este juego que daría para cientos de páginas, pero lo que yo pondría por encima de todo sería la historia, una historia de amor y amistad de esas que te emocionan y enganchan hasta el final, una historia de esas que solo se podían ver en el cine, en el buen cine, con momentos divertidos, momentos tristes e incluso trágicos, momentos de heroísmo desinteresado... vamos una historia con más mensaje que algunas que he leído y visto, por ahí.

    Sé que me dejo muchas, muchas cosas en el tintero y que seguramente retoque este "reportaje" pero es que para hacer justicia a este juego harían falta cientos de paginas y este no es un blog especializado en realidad, es un blog en el que simplemente hablo de los juegos que más me han gustado, y este es sin duda uno de ellos, es de esos juegos de los que no sabría que resaltar porque todos sus apartados son sobresalientes, incluso el diseño de personajes, sí ese del que al principio dije que me echaba un poco para atrás, llegó a gustarme, no "gustar" no es la palabra... encantar, enamorar, esas son las palabras que más se aproximan a lo que este juego me inspira.

    Y creo que lo voy a dejar aquí porque es que si empiezo a hablar de este juego es que no paro, solo insistir en que este es de uno de esos juegos que tienes que probar sin importar cual fuese tu consola favorita en aquella época, tan solo por sus espectaculares escenas de vídeo y por su historia ya vale la pena probarlo, el juego venía en cuatro cds, igual que FFVIII pero mucho mejor aprovechados así que ya sabéis, buscadlo en "Ebay", aunque si no queréis gastaros el pastón que se puede hoy en día por los juegos de la saga siempre podéis recurrir al hermoso mundo de los emuladores y  corsarios que navegan en el inmenso océano que es internet.







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