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Este blog es un blog sobre videojuegos, pero no un blog que intente ir de "pro" ni en el que quiera ir de "listillo" sino simplemente un blog en el que hablo sobre los juegos que, por una u otra razón, hayan quedado en mi recuerdo, aquellos que definieron mis gustos en este hobby y aquellos que pudieron haberme marcado. Aquí no hay guías, puntuaciones ni trucos, solo puro amor por los videojuegos y algún que otro recuerdo medio enterrado en la memoria, tampoco hay roms ni enlaces de descarga, para eso ya hay otras página.

domingo, 8 de enero de 2012

The King of Dragons








    Capcom y sus famosos beat em ups... aquí tenemos otro más, uno de mis favoritos por su temática, inspirada descaradamente en Dungeons & Dragons. Solo había que echar un vistazo a su galería de personajes jugables; un enano, un elfo, un guerrero, un mago y un clérigo, solo se echaba de menos un pícaro y un personaje femenino.



 Supongo que el elfito sustituía al inevitable personaje femenino, aunque no conseguía tener ese reclamo que habría tenido de ser una mujer "de verdad".







 El clérigo era el más "basto", con escudos
enormes y mazas que daban miedo.





 El mago era el más débil físicamente hablando, nunca fue de mis favoritos.














 El enano, otro que tampoco utilicé mucho. Me acabo de dar cuenta de que no subí la foto del guerrero, bueno, otro día.











    Y no solo los personajes parecían sacados de una aventura rolera, tanto los escenarios y los propios enemigos eran dignos de una tarde de D&D, orcos, esqueletos, momias, arañas gigantes, minotauros y dragones claro, teniendo en cuenta el nombre del juego habría sido una absoluta decepción que no apareciese ni un solo dragón a lo largo del juego, pero sí que lo hacen, tanto en forma de «jefes» como de enemigos «normales», voladores y terrestres, de hielo o de fuego, incluso ejerciendo de montura de algún malvado enemigo sí, aparecían dragones en TKoD.
    Nada más empezar dije que TKoD era un beat em up, de los más simples que uno podía echarse a la cara aunque intentase ocultar esa simplicidad con toques roleros, toques aún más notorios que en Knights of the Round, juego del que ya he hablado.
    En TKoD los personajes iban ganando experiencia mientras luchaban con los enemigos, y llegado a cierto punto subían de nivel que no se limitaban a los tres o cuatro niveles que había en KotR, sino que habían bastantes más, supongo que el máximo sería el 20 pero no lo se realmente, mientras jugué para sacar las capturas llegué a alcanzar el 16 cerca del final.
    Pero no solo de niveles vive el hombre, los jefes de cada fase dejaban caer cofres del tesoros, típico en los juegos de rol, y según el jefe podía haber un arma o escudo para nuestro personaje no siendo un simple cambio gráfico de nuestro personaje, sino que aumentaba nuestro poder, o nuestra defensa.
    No solo lo jefes dejaban cofres, era bastante habitual encontrar cofres a lo largo del camino pudiendo encontrar dentro de ellos casi cualquier cosa, desde una manzana para reponer nuestra vida hasta un arma nueva, y como la vida es una de cal y otro de arena, en ocasiones nuestros bonitos cofres tenían trampas que nos podían dejar congelados durante unos segundos.
    En algunos puntos del juego, ya fuera dentro de cofres o en el mismo escenario, se podían encontrar dispersas ciertas esferas de colores, eran esferas mágicas que desataban su poder al ser golpeadas, podían lanzar fuego o rayos, e incluso convertir en ranas a todos los enemigos que hubiera en ese momento en pantalla. Podíamos empujarlas en cualquier dirección, lo que permití guardarlas hasta que nos viéramos obligados a utilizarlas.





Aquí podemos ver el efecto de cada esfera.



  Nuestro botín podía aumentar además, gracias a las bolsas de dinero que los enemigos dejaban caer al morir, casi todos dejaban algo, aunque fueran unos míseros 200 puntos, en el lado contrario habían ciertos personajillos que se dedicaban a robar todos los tesoros que pudieran y desaparecer de la pantalla, podíamos recuperar esos tesoros, más un bonus, si lo matábamos antes de que desapareciese.
    El apartado técnico del juego era espectacular, desde sus enormes y coloridos gráficos a su excelente música, lo efectos sonoros tampoco le iban  la zaga, Capcom siempre tuvo especial cuidado en ese aspecto.



No me canso de decirlo, los jefes eran de lo mejor en este juego.


     Los escenarios, aún siendo los típicos de aquellos juegos, bosques, cuevas, castillos y demás tenían un aspecto sobresaliente, y los gráficos de los enemigos eran incluso mejores, sobre todo los de los jefes.
    Como era costumbre de Capcom los jefes eran grandes y duros, aunque con rutinas sencillas que los hacían bastante asequibles para el jugador habitual, además no era habitual el «te doy por que me da la gana y tú a mi no» que solía abundar en muchos juegos de la época y que hacía que el jugador se frustrase al ver que no podía golpear a un enemigo, en apariencia, porque al juego no le daba la gana. Afortunadamente solía ocurrir solo en los jefes, pero como ya he dicho, en TKoD no era habitual.





El primer Jefe, fácil donde los haya.


     Aprovechando el tema hablaré de la dificultad, no se si es que en aquella época ya estaba más curtido o que sencillamente este juego era más fácil que los que ya había jugado, supongo que será un poco de cada cosa. En este juego los enemigos normales morían con un par de golpes, por lo que carecían de barra de vida. Además las fases eran bastante cortas y el número de enemigos en pantalla no era tampoco demasiado alto, por lo que resultaba sencillo llegar al jefe de las primeras fases, poco a poco la cosa se iba dificultando, pero no creo que fuese nada descabellado llegar al final sin continuar, sobre todo en compañía de dos amigos, al igual que en KotR podían jugar tres personas a la vez, tampoco se podía repetir personaje, pero la variedad de personajes garantizaba que cada jugador pudiera encontrar alguno de su gusto, aunque repito que yo echaba de menos un pícaro, a poder ser de sexo femenino... no creáis que soy el único que pensaba eso... Capcom introdujo una pícara en sus juegos inspirados en D&D.
    El «marcador de vida» de nuestro personaje era bastante sofisticado para un beat em up, en él se nos mostraba la energía de nuestro personajes, tanto en una barrita de colores como en dígitos, supongo que para contentar a los roleros. También se nos mostraba el nivel tanto del arma como del escudo que poseíamos y las vidas que nos quedaban.




Este era el primer dragoncito en aparecer.


Solo eran 3 cabezas en movimiento, pero resultaba muy espectacular en 1991.



    Un detalle bastante original, y que no quiero pasar por alto es que, en algunos momentos se nos daba la opción de cambiar de personaje, cosa que no era nada habitual, de hecho solo me viene a la mente Metafox, en el que podías cambiar de avión y para de contar.
    El juego era espectacular jugándolo con amigos, sobre todo si eran fácilmente impresionables o si les gustaba la fantasía heroica, luchar contra gigantes y minotauros no tenía desperdicio si los que jugaban gritaban contra la máquina o insultándose entre si peleando por recoger un ítem para recuperar vida.
    No era el juego más original del mundo, de hecho no era nada original, pero es un juego inolvidable,aún recuerdo esa sensación de gozo e incredulidad cuando al introducir mi primera moneda en aquel juego y ver la galería de personajes, vi que alguien había pensado en los locos del rol, y luego los escenarios, esos bosques con conejitos saltarines, las cuevas con mocos corrosivos... aquello era D&D sin licencia pensé, y no pude parar de jugar hasta que me quedé sin monedas...
    El juego tuvo una versión para Snes, aunque no llegué a probarla, al parecer solo podían jugar dos jugadores a la vez y se disminuyó el tamaño de los gráficos, al fin y al cabo la Snes no era perfecta.
    Bueno, no puedo obligar a nadie, pero si tenéis la ocasión de jugar a The King of Dragons no la desperdiciéis al fin y al cabo es uno de los clásicos de Capcom que llegaron a PS2.




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